Perlas de la Torah: Shoftim

La Copia del Rey y el Estado de Derecho

Si Yeshúa es el Rey de los judíos, entonces las leyes aplicables a los reyes judíos se aplican a Él. Incluso el Mesías no está por encima de la ley.

El mandamiento “de escribir una copia personal del rollo de la Torah” se aplica al rey de Israel. Esta disposición estaba destinada a garantizar que el rey se someta al estado de derecho y no se convierta en un déspota sin responsabilidad ni límites. El rey debía escribir una copia de la Torah para

“que su corazón no se eleve sobre sus compatriotas”.
Deuteronomio 17:20

En otras palabras, el rey está sujeto a las leyes de la Torah como todos los demás en el reino.

Contrario a las leyes humanas que son manejables al antojo de los que la imparten, las leyes de la Torah están bajo la administración de Elohim. En ese sentido ningún humano está en la capacidad de manipular a su antojo las disposiciones de la Torah.

En la administración de las leyes de la Torah, el rey mismo no tiene exenciones soberanas. Él no tiene ninguna excepción real o inmunidad especial. Al escribir una copia de la Torah por sí mismo, el rey se recordaba a sí mismo que no está por encima de la ley de Dios. A los ojos de la de Elohim, el rey es
simplemente otro ciudadano del reino de Dios.

El rey de Israel debe sumergirse en la Torah. Debe escribir su propia copia de la Torah en un rollo. Él debe mantenerlo con él siempre, y debe leerlo y estudiar todos los días de su vida. Él no puede apartarse de los mandamientos de la Torah, ni a la derecha ni a la izquierda. Incluso el rey de Israel debe obedecer
la Torah de Elohim. Debe someterse a él como un estándar de conducta y administración.

“Él escribirá para sí mismo una copia de esta Torah en un pergamino”, cuando vaya a la guerra, la lleva consigo; cuando regresa, él debe traerla de regreso con él; cuando está en sesión en el tribunal, debe estar con él, cuando está recostado, debe estar delante de él, tal como está escrito, “Estará con él y la leerá todos los días de su vida”.
M.Sanhedrin 2: 4

Nos referimos a esta ética básica como el estado de derecho. Podemos compararlo con la forma en que funciona la constitución de un cuerpo gobernante en el mundo moderno. En teoría, el principio constitucional de una nación preside tanto a los gobernados como a los gobiernos. En el modelo constitucional, la soberanía última está conferida a la constitución que formó el gobierno, no en el gobierno.

Esta es la teoría de la política moderna en el mundo libre. Por ejemplo, en los Estados Unidos, la constitución establece los parámetros para el gobierno estadounidense.

Ostensiblemente, el gobierno puede legislar y gobernar solo dentro de esos parámetros. Ningún funcionario del gobierno puede sobrepasar los límites de la constitución nacional. Los funcionarios del gobierno están sujetos a la regla de la constitución y la legislación generada por ella, al igual que los ciudadanos privados. Sin el estado de derecho, un gobierno podría gobernar caprichosamente y sin mitigación, como suele ser el caso en dictaduras y estados canallas donde la ley se ha derrumbado y el poder absoluto ha prevalecido.

En la economía de Elohim, la Torah funciona como la constitución sobre el gobierno de Israel. Nadie está por encima de la Torah de Elohim porque nadie está por encima de Elohim. Su palabra tiene la autoridad final, e incluso el rey no puede transgredirla.

Sin el estado de derecho, la ética de la Torah se reduce a simplemente un buen consejo: los mandamientos se convierten en 613 sugerencias. A menudo escuchamos a los maestros de la Biblia afirmar que el estado de derecho de la Torah no se aplica a los creyentes. Al hacerlo, colocan a los creyentes en un plano de autoridad incluso por encima de los reyes de Israel y el Mesías mismo. ¡Qué atrevimiento tan horrible!

Según Deuteronomio 17, si Yeshúa es un verdadero rey de Israel, debe “guardar la Torah todos los días de su vida” y “observar cuidadosamente todas las palabras de la Torah” y “no apartarse del mandamiento a la derecha o la izquierda “(Deuteronomio 17:20).

Yeshúa no estaba por encima del estado de derecho. Si rompía un mandamiento de la Torah, cometió un pecado.

Precisamente en eso descansa que Él pueda ser nuestro sacrificio perfecto, porque Él fue sin pecado.

Shabat Shalom

De la pluma del Rabino
Rabbí Peretz ben Yehudah M.A. Th.

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