Perlas de la Torah: Mishpatim

Los lectores occidentales moderno encuentran muchas de las leyes en esta porción de la Torah (Ley) un tanto ásperas, primitivas o de otra manera desagradable.
Ellos se sienten tentados a confortarse a sí mismos con la noción de que esas leyes desagradables han sido eliminadas por el Nuevo Testamento y sustituidas por otras más gratas, más apacibles y más nobles.

La Torah contiene leyes sobre el asesinato, los abusos, el asesinato de los padres, la esclavitud, bestialidad, incesto y una multitud de cosas desagradables. ¿Cómo puede esta ser una revelación divina y Santa de la Luz Infinita? El apóstol Pablo lo explica, “Todas las cosas son visibles cuando son expuestos a la luz” (Efesios 5:13).

La Torah contiene tanto las leyes como la revelación. Provee una regla de conducta, pero al mismo tiempo, expresa a Elohim en términos humanos. El Talmud nos recuerda que “la Torah o la Ley no fue dado a los Ángeles“. En cambio, Dios nos dio Su Ley-la Torah a los seres humanos defectuosos y pecaminosos.

La Torah habla directamente a la sociedad humana con todos sus defectos, y habla en el lenguaje de esa defectuosa e imperfecta humanidad para infundir esas cualidades divinas en el mundo.

La Torah (Ley) descendió desde un lugar muy elevado (Dios) a un lugar muy bajo (el hombre), pero que aún conserva su esencia divina.

Esa esencia divina puede ser envuelta en una vestimenta de interés humano (como las leyes de la esclavitud o indemnización por negligencia), pero si se toma la molestia de poner al descubierto el mandamiento, irradiará en sus manos con la iluminación del cielo.

Pablo alude a la dicotomía de lo Santa y encubierta dentro de los asuntos de lo profano. Él le dice a Timoteo que la Torah (la Ley) es buena si uno lo utiliza “legalmente” (correctamente), o sea, en la administración de justicia: 

Sabemos, sin embargo, que la ley es buena si uno la usa legítimamente. Y conocemos esto: que la ley no ha sido puesta para el justo sino para los rebeldes e insubordinados, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10 para los fornicarios, para los homosexuales, para los secuestradores, para los mentirosos, para los perjuros, y para cuanto haya contrario a la sana doctrina

1 Timoteo 1:8-10

Incluso el más pequeño mandamiento de la Torah está impregnado de lo divino. Negar un mandamiento y declararlo irrelevante u obsoletos niega la naturaleza eterna e inmutable de Dios.

Muchos ya se han atrevido…

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