Perlas de la Torah: Beha’alotja

     La prosperidad y el éxito son grandes, pero a veces, demasiado puede ser demasiado. El discípulo de Yeshúa sólo pide su asignación diaria.

     Un refrán común que dice: “tenga cuidado lo que pide; podría obtenerlo.” El pueblo de Israel estaba cansado del maná; clamaron por carne. El Señor castigó su naturaleza incontrolable contestando su oración y enviando una gran cantidad de carne. Él retuvo el maná y le dio al pueblo suministro de un mes de codorniz. 

     No un día, ni dos, ni cinco, ni diez ni veinte la comeréis, sino un mes entero, hasta que os salga por las narices y os dé náuseas, pues habéis rechazado a Adonai, que está en medio de vosotros, y os habéis lamentado en su presencia, diciendo: ¿Por qué salimos de Egipto?

Números 11:19-20

     Sin preservativos ni refrigeración, el suministro de un mes de codornices se volvió rancio rápidamente. Enfermedad y pestes vinieron. Después de algunos días de codorniz, los israelitas estaban anhelando el maná que había rechazado.

La abundancia no siempre es una bendición

     En nuestra vida experimentamos a menudo la misma dinámica. Nos encontramos castigados con abundancia. La abundancia no siempre es una bendición. La avaricia y la codicia pronto seguirán. Una cultura con mucha comida come demasiado y se vuelve insensible y con sobrepeso. Una familia con muchos ingresos comienza a gastar tontamente y encuentra cada vez más difícil dar en la misma proporción a la obra del Reino. Es mucho más fácil trabajar para la obra del Reino cuando las cosas son escasas.

Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios.

(Mateo 19:24)

     La provisión diaria del maná nos recuerda que debemos ser dependientes de Elohim día a día. Si una persona podía almacenar maná, acumulando como el dinero, él podría estar confiado de su sustento durante muchos días por venir. Pero el maná no podía ser acumulado. Necesaria una dependencia diaria de Dios.

     Mashiaj nos dice que en lugar de buscar almacenar tesoros en la tierra (que inevitablemente conducirán nuestros corazones lejos de Elohim), simplemente debemos pedir el pan nuestro de cada día. Es decir, debemos pedimos que el Eterno proveerá para nosotros según su medida y buen propósito, como Él proveyó el pan de cada día para Israel mientras viajaban en el desierto.

     Al final de esta reflexión, queda resonando una inquietud… Cómo clasificar esas “bendiciones” que al final son la causa del desvío de tantos creyentes que una vez, genuinamente prometieron ser instrumentos de Elohim, pero estas mismas “bendiciones” fueron la causa de esa desviación.

     Cómo manejar las bendiciones de manera que estas no nos dominen–es el grande desafío. Comer, comer en abundancia parece ser una bendición, pero en realidad es una forma de reprensión.

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