¿Por qué castiga Dios el pecado? ¿Por qué le importa a Elohim lo que queremos hacer? ¿Por qué deben ser juzgadas
nuestras decisiones personales?
La maldad humana entristece el corazón de Elohim. Elohim no está mirando hacia abajo en el planeta hacer observaciones como un astronauta desapasionado. Ni él nos está mirando como un hombre sentado en un sofá viendo un partido de fútbol. Más bien, él es como un padre que observa el comportamiento de sus hijos. Es como un rey, tomando nota del desarrollo de los acontecimientos en su reino.
Cuando un padre ve a sus hijos involucrados en comportamientos autodestructivos, le entristece. Así mismo, un rey ve sus súbditos viven en rebelión abierta contra él, le irrita. Dios observa a la humanidad en los días de Noé, fue triste ver la malicia de sus creaciones. Vio que cada corazón humano estaba solo inclinado al mal. “Y se arrepintió Y’hováh de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.” (Génesis 6:6).
Dijo, pues, Dios a Noé:
He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.”
(Génesis 6:13)
La Biblia dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Pecado afecta al mundo que nos rodea. Afecta a otros alrededor de nosotros. Por ejemplo, un alcohólico podría suponer que su problema con la bebida es su propio asunto.
Pero cuando abusa de su esposa e hijos, es también problema de ellos. En el momento que él no puede aplicarse debidamente en el trabajo, se convierte en el problema de su jefe. Cuando pierde su trabajo, es el problema de la gente a quienes les debe y que no podrá pagar. Ya no puede cuidar de, y proveer para su familia, es problema de la comunidad. Nuestros pecados afectan la vida de todo el mundo que nos rodea.
Ese pecado contamina el ambiente espiritual de nuestro mundo.
Los seres humanos somos por naturaleza criaturas egoístas. Rara vez nos ponemos a considerar las consecuencias que nuestras decisiones tienen sobre los demás. En los días de Noé, toda esa gente violenta nunca se detuvo a pensar y decirse a si mismo, “mi violencia está arruinando a este mundo. Mis pecados están perjudicando a toda la humanidad.” Cada vez que pecamos, no importa que tan privado y personal nos imaginamos que el pecado sea, contribuimos a la destrucción del mundo.
Elohim castiga al pecado. Para Él, dejar al pecado impune sería injusto.
Piénselo de esta manera. Suponga que había un juicio, el caso: un asesinato. Está comprobado que el acusado era culpable. El jurado trajo un veredicto de culpable, pero el juez, siendo una persona muy compasiva, rechazó el veredicto, diciendo, “bien, el pobre hombre está probablemente arrepentido por lo que hizo. No pienso que necesitemos castigarlo…” Todos nos sentiríamos insultados por esa burla disfrazada de justicia.
Sin embargo, y lastimosamente, mucha gente quieren imaginarse a Dios actuando de esta manera. No nos gusta pensar en Dios como Uno que castiga al pecado. Queremos que sólo miran para otro lado, como un abuelo viejo bondadoso que nos guiña un ojo a las fechorías de sus nietos.
La Biblia dice, “la justicia y el derecho son el fundamento del trono de Dios” (Salmo 89: 14). En otras palabras, el Reino de Dios está fundado en la justicia. Puesto que Dios es muy estándar de la justicia, no puede ser injusto.
Este es el problema con el pecado.
Demanda el juicio. En los días de Noé, el pecado de la humanidad fue tan grave que la justicia demandaba que Dios actuara castigándolo. Lo más fácil que Dios podía hacer habría sido simplemente eliminar al universo del todo. Él, simplemente pudo haber desaparecido la cosa en su totalidad y empezar con una nueva creación u otro sistema de cosas. En cambio, decidió tratar de reparar (tikun olam) el mundo.
En el judaísmo, “reparación del mundo” (tikun olam) es un concepto importante. El mundo está roto y necesita ser arreglado. Cada vez que aplicamos nuestros esfuerzos para hacer el bien para aliviar el sufrimiento humano, defendiendo la justicia, haciendo la paz en medio de luchas, y elegir lo correcto en vez de hacer el mal, estamos reparando el mundo. Al esforzarnos a hacer el mundo un lugar mejor, más santo, lo estamos restaurando a lo que fue la intención original de Elohim.
De la pluma del Rabino Peretz Ben Yehudah – Ma.Th. Julio C. Pérez