Lectura parasha Yitro

Yitro | יִתְר֨וֹ


“Abundancia”

Torah: Shemot (Éxodo) 18:1-20:23
Haftarah: Isaías 6:1-7:6; 9:5-6
Brit Jadashah: Mateo 5:8-20


En el Monte Sinaí, Dios propone oficialmente a Israel, ofreciendo hacerle Su pueblo si sólo Le obedecen y mantienen Su Pacto. Es como una propuesta de matrimonio. En la literatura rabínica, Éxodo 19 es menudo mencionado como el desposorio. Elohim es comparado como el pretendiente y novio. Israel es la novia. La Torah es Su ketubah. Moisés, en su papel de enlace entre Dios y el pueblo, es a veces descrito como el “amigo del novio”.

Ahora pues, si obedeciereis mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
(Éxodo 19: 5).

En la boda judía tradicional, el amigo del novio ha sido intermediario entre la pareja. Era la responsabilidad del amigo presentar la novia al novio. Moisés cumplió este papel guiando pueblo al Monte Sinaí y llevando a cabo las negociaciones entre Y’hovah e Israel. Cuando por fin el SEÑOR descendió en el Monte Sinaí, Moisés lleva al pueblo fuera del campamento y hacia el pie monte, haciendo el acto de presentación de la novia-Israel al novio- Elohim:

Y Moisés salió y llegó al campamento de los israelitas, y él levantó a israelitas de su sueño, diciéndoles, “Levántense ya de su sueño, pues he aquí que tu Elohim desea entregarles la Toráh. Ya el novio quiere llevar a Su novia para entrar en la cámara nupcial”… Y ser el Santo, bendito sea, también salió a reunirse con ellos; como un novio que adelante para encontrarse con la novia, por lo que el Santo, bendito sea, salió a reunirse con ellos, a fin de entregarles la Toráh. (Pirkei Rebí Eliezer 41).

Como el amigo del novio, Moisés fue encargado de negociar el contrato nupcial. Él trajo la propuesta del novio a la novia. A través de Moisés, Elohim ofrece a Israel que sea posesión Suya entre todos los pueblos, un Reino de sacerdotes y una nación Santa.

Exodo 18:1-12 (RVA2015)


18 Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, oyó todas las cosas que Dios había hecho a favor de Moisés y de su pueblo Israel, y cómo el SEÑOR había sacado a Israel de Egipto. Y Jetro, suegro de Moisés, tomó a Séfora, la mujer de Moisés, a quien este había enviado; también tomó a sus dos hijos. (El uno se llamaba Gersón[a], porque Moisés había dicho: “Fui forastero en tierra extranjera”. El otro se llamaba Eliezer[b], porque había dicho: “El Dios de mi padre me ayudó y me libró de la espada del faraón”). Jetro, suegro de Moisés, y la mujer de este y sus hijos fueron a ver a Moisés en el desierto donde estaba el campamento, junto al monte de Dios. Y envió a decir a Moisés: “Yo, tu suegro Jetro, vengo a ti con tu mujer y con sus dos hijos”.
Moisés salió a recibir a su suegro, se postró ante él y lo besó. Se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y entraron en la tienda. Moisés contó a su suegro todas las cosas que el SEÑOR había hecho al faraón y a los egipcios a favor de Israel, los contratiempos que habían pasado en el camino, y cómo los había librado el SEÑOR. Se alegró Jetro de todo el bien que el SEÑOR había hecho a Israel, librándolo de la mano de los egipcios. 10 Jetro dijo:
—¡Bendito sea el SEÑOR, que los libró de mano de los egipcios y de mano del faraón! Él es quien libró al pueblo de mano de los egipcios. 11 Ahora reconozco que el SEÑOR es más grande que todos los dioses, porque castigó[c] a aquellos que los trataron con arrogancia.
12 Después Jetro, suegro de Moisés, ofreció[d] un holocausto y sacrificios a Dios. Aarón y todos los ancianos de Israel fueron a comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

Exodo 18:13-23 (RVA2015)


13 Aconteció que al día siguiente Moisés se sentó para administrar justicia al pueblo. Y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la noche. 14 Al ver el suegro de Moisés todo lo que él hacía por el pueblo, dijo:
—¿Qué es esto que haces con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la noche?
15 Moisés respondió a su suegro:
—Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16 Cuando tienen cualquier asunto, vienen a mí. Yo juzgo entre uno y otro, y les hago conocer las leyes y las instrucciones de Dios.
17 Entonces el suegro de Moisés le dijo:
—No está bien lo que haces. 18 Te agotarás del todo, tú y también este pueblo que está contigo. El trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. 19 Ahora pues, escúchame; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Sé tú el portavoz del pueblo delante de Dios, y lleva los asuntos a Dios. 20 Enséñales las leyes y las instrucciones, y muéstrales el camino a seguir y lo que han de hacer. 21 Pero selecciona de entre todo el pueblo a hombres capaces, temerosos de Dios, hombres íntegros que aborrezcan las ganancias deshonestas, y ponlos al frente de ellos como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez, 22 para que juzguen al pueblo en todo tiempo. Todo asunto difícil lo traerán a ti, pero ellos juzgarán todo asunto menor. Así aliviarás la carga que hay sobre ti, haciendo que otros la compartan contigo. 23 Si haces esto, y Dios así te lo manda, tú podrás resistir; y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.

Exodo 18:24-27 (RVA2015)


24 Moisés escuchó el consejo de su suegro e hizo todo lo que él dijo. 25 Escogió Moisés hombres capaces de entre todo Israel y los puso al frente del pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. 26 Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo. Los asuntos difíciles los llevaban a Moisés, pero ellos se hacían cargo de todos los asuntos menores.
27 Entonces despidió Moisés a su suegro, y este se fue a su tierra.

Exodo 19:1-6 (RVA2015)


19 En el mes tercero[a] después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en ese mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Partieron de Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, e Israel acampó allí en el desierto frente al monte. Entonces Moisés subió para encontrarse con Dios, y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo:
—Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: “Ustedes han visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo los he levantado a ustedes sobre alas de águilas y los he traído a mí. Ahora pues, si de veras escuchan mi voz y guardan mi pacto, serán para mí un pueblo[b] especial entre todos los pueblos. Porque mía es toda la tierra, y ustedes me serán un reino de sacerdotes y una nación santa”. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

Exodo 19:7-19 (RVA2015)


Entonces Moisés volvió y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en su presencia todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. Todo el pueblo respondió a una, y dijo:
—¡Haremos todo lo que el SEÑOR ha dicho!
Y Moisés repitió al SEÑOR las palabras del pueblo. El SEÑOR dijo a Moisés:
—He aquí, yo vendré a ti en una densa nube, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo y te crea para siempre.
Y Moisés repitió al SEÑOR las palabras del pueblo. 10 El SEÑOR dijo a Moisés:
—Ve al pueblo y santifícalos hoy y mañana, y que laven sus vestidos. 11 Que estén preparados para el tercer día, porque al tercer día el SEÑOR descenderá sobre el monte Sinaí, a la vista de todo el pueblo. 12 Tú señalarás un límite al pueblo, alrededor, diciendo: “Cuidado; no suban al monte ni toquen su límite. Cualquiera que toque el monte, morirá irremisiblemente. 13 Nadie pondrá sus manos sobre él, porque ciertamente será apedreado o muerto a flechazos; sea animal u hombre, no vivirá. Solo podrán subir al monte cuando la corneta suene prolongadamente”.
14 Moisés descendió del monte al encuentro del pueblo y lo santificó, y ellos lavaron sus vestidos. 15 Entonces dijo al pueblo:
—Estén preparados para el tercer día. Absténganse de relaciones con mujer.
16 Aconteció al tercer día, al amanecer, que hubo truenos y relámpagos, una densa nube sobre el monte, y un fuerte sonido de corneta. Y todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció. 17 Moisés hizo salir al pueblo del campamento al encuentro de Dios, y se detuvieron al pie del monte. 18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque el SEÑOR había descendido sobre él en medio de fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremeció en gran manera. 19 Mientras el sonido de la corneta se intensificaba en extremo, Moisés hablaba, y Dios le respondía con truenos.

Exodo 19:20 – 20:14 (RVA2015)


20 El SEÑOR descendió sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte. Entonces el SEÑOR llamó a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. 21 El SEÑOR dijo a Moisés:
—Desciende y advierte al pueblo, no sea que traspasen el límite para ver al SEÑOR y mueran muchos de ellos. 22 Santifíquense también los sacerdotes que se acercan al SEÑOR, no sea que el SEÑOR acometa contra ellos.
23 Moisés dijo al SEÑOR:
—El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has ordenado diciendo: “Señala límites al monte y santifícalo”.
24 Y el SEÑOR le dijo:
—Ve, desciende y luego sube tú con Aarón. Pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a encontrarse con el SEÑOR, no sea que él acometa contra ellos.
25 Entonces Moisés descendió al encuentro del pueblo y se lo dijo.
20 Y Dios habló todas estas palabras, diciendo: “Yo soy el SEÑOR tu Dios que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud:
“No tendrás otros dioses delante de mí.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque yo soy el SEÑOR tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos.
“No tomarás en vano el nombre del SEÑOR tu Dios, porque el SEÑOR no dará por inocente al que tome su nombre en vano.
“Acuérdate del día sábado[a] para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, 10 pero el séptimo día será sábado para el SEÑOR tu Dios. No harás en él obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu animal, ni el forastero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días el SEÑOR hizo los cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día. Por eso el SEÑOR bendijo el día sábado[b] y lo santificó.
12 “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se prolonguen sobre la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.
13 “No cometerás homicidio.
14 “No cometerás adulterio.

Exodo 20:15-26 (RVA2015)


15 “No robarás.
16 “No darás falso testimonio contra tu prójimo.
17 “No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu prójimo”.
18 Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos, el sonido de la corneta y el monte que humeaba. Al ver esto, ellos temblaron y se mantuvieron a distancia. 19 Y dijeron a Moisés:
—Habla tú con nosotros, y escucharemos. Pero no hable Dios con nosotros, no sea que muramos.
20 Y Moisés respondió al pueblo:
—No teman, porque Dios ha venido para probarlos, a fin de que su temor esté delante de ustedes para que no pequen.
21 Entonces el pueblo se mantuvo a distancia, y Moisés se acercó a la densa oscuridad donde estaba Dios. 22 Y el SEÑOR dijo a Moisés: “Así dirás a los hijos de Israel: ‘Ustedes han visto que he hablado desde los cielos con ustedes. 23 No se hagan dioses de plata junto a mí; tampoco se hagan dioses de oro’.
24 “Harás para mí un altar de tierra, y sobre él sacrificarás tus holocaustos y ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas. En cualquier lugar donde yo haga recordar mi nombre vendré a ti y te bendeciré. 25 Y si me haces un altar de piedras, no lo construyas con piedras labradas; porque si alzas una herramienta sobre él, lo profanarás[a]26 Tampoco subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no sea descubierta sobre él.

Isaías 6:1-7:6; 9:5-6 (RVA2015)


En el año que murió el rey Uzíasa, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de sus vestiduras llenaba el templo. Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. El uno proclamaba al otro diciendo:
—¡Santo, santo, santo es el SEÑOR de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!
Los umbrales de las puertas se estremecieron con la voz del que proclamaba, y el templo se llenó de humo. Entonces dije:
—¡Ay de mí, pues soy muerto! Porque siendo un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de labios impuros, mis ojos han visto al Rey, al SEÑOR de los Ejércitos.
Entonces voló hacia mí uno de los serafines trayendo en su mano, con unas tenazas, un carbón encendido tomado del altar. Y tocó con él mi boca, diciendo:
—He aquí que esto ha tocado tus labios; tu culpa ha sido quitada, y tu pecado ha sido perdonado.
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
—¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?
Y yo respondí:
—Heme aquí, envíame a mí.
Y dijo:
—Ve y di a este pueblo: “Oigan bien, pero no entiendan; y miren bien, pero no comprendan”. 10 Haz insensible el corazón de este pueblo; ensordece sus oídos y ciega sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón[a], y se vuelva a mí, y yo lo sane[b].
11 Yo dije:
—¿Hasta cuándo, Señor?
Y él respondió:
—Hasta que las ciudades queden desoladas y sin habitantes, y no haya hombres en las casas, y la tierra quede devastada; 12 hasta que el SEÑOR haya echado lejos a los hombres y sea grande el abandono en medio de la tierra. 13 Pero aunque quede en ella la décima parte, volverá a ser consumida como la encina o el roble de los cuales, después de ser derribados, aún les queda el tronco.
Su tronco es la simiente santa.
Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías y rey de Judá, que Rezín rey de Siria y Pécaj hijo de Remalías y rey de Israel subieron a Jerusalén para hacerle la guerra, pero no pudieron vencerla. Entonces se le informó a la casa de David, diciendo: “Los sirios acampan en Efraín”. Y se le estremeció el corazón y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del bosque a causa del viento.
Entonces el SEÑOR dijo a Isaías:
—Sal al encuentro de Acaz, tú y tu hijo Sear-yasuv[c], al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino del Campo del Lavador, y dile: “Cuídate y ten calma. No temas ni se acobarde tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean: por el furor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías. Porque con Efraín y el hijo de Remalías, Siria ha planeado contra ti el mal, diciendo: ‘Vamos contra Judá, y desmembrémosla; abrámonos una brecha y en medio de ella pongamos por rey al hijo de Tabeel’.

Todo calzado del que marcha con estruendo y el manto revolcado en sangre serán para quemar, pasto para el fuego.
Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Mateo 5:8-20 (RVA2015)


“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
“Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 “Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
11 “Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo. 12 Gócense y alégrense, porque su recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes.
13 “Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.
14 “Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida. 15 Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y así alumbra a todos los que están en la casa. 16 Así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.
17 “No piensen que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 De cierto les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra ni siquiera una jota ni una tilde pasará de la ley hasta que todo haya sido cumplido.
19 “Por lo tanto, cualquiera que quebrante el más pequeño de estos mandamientos y así enseñe a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será considerado grande en el reino de los cielos. 20 Porque les digo que a menos que su justicia sea mayor que la de los escribas y de los fariseos, jamás entrarán en el reino de los cielos.

Parashá Yitro – Rabino Peretz ben Yehudah