Lectura parasha Vaera

Va’era’ | וָֽאֵרָ֗א


“Y me aparecí”

Torah: Shemot (Éxodo) 6:2-9:35
Haftarah: Ezequiel 28:25-29:21
Brit Jadashah: Revelación 16:1-21


En esta parashá el Eterno se le presenta a Moshé afirmándole que con Su mano fuerte el Faraón dejará ir al Pueblo de Israel y los expulsará de la tierra de Egipto. También le recordó Su Pacto con Abraham, Itzjak y Yaacob, que daría la tierra de Canaán a los Hijos de Israel. Y el pueblo no quiso oír las palabras de Moshé por impaciencia y por sentirse quebrantados por la servidumbre. Moshé temió, ya que si sus hermanos no lo oían ¿cómo lo iba a escuchar el Faraón, aún más por su problema de dicción? Una vez más, el Todopoderoso le dijo a Moshé, que quien hablaría por él sería su hermano Aharón y no obstante el corazón del Faraón sería endurecido por Él y sobre el pueblo egipcio caerían severos castigos.

Moshé tenía ochenta años y Aharón ochenta y tres. El Eterno dijo a Moshé que cuando el Faraón le dijera que hiciera milagros, Aharón debía tomar la vara de Moshé y la arrojaría ante el Faraón y se convertiría en culebra. Así ocurrió y también los magos egipcios hicieron lo mismo, pero el bastón de Aharón se tragó a los bastones de los egipcios. Igualmente, a pesar de este milagro, el corazón de Paró se endureció.
Comenzaron a producirse plagas sobre Egipto. Moshé advirtió al Faraón de lo que iba a ocurrir. La primera fue cuando Aharón, según lo instruido por Moshé, agitó su bastón sobre el río Nilo, sobre canales, lagunas y reservorios, y todas las aguas se convirtieron en sangre. Los peces murieron y hubo un olor hediondo. Todo esto obligó a los egipcios implorar a los judíos que les dieran agua, ya que éstos no sufrieron los efectos de la plaga. El Faraón no cambió su tiesa actitud. Posteriormente Aharón extendió su mano sobre el Nilo y aparecieron ranas que envolvieron la tierra. El Faraón suplicó a Moshé que contuviera los efectos de la plaga y que luego permitiría salir al pueblo. Moshé oró al Eterno para detener la plaga, pero el Faraón no cumplió con su promesa.

Aharón apaleó con su bastón sobre el polvo de la tierra, y éste se convirtió en piojos que envolvían a hombres y animales. Esta plaga, los magos egipcios no pudieron repetirla, admitiendo así la superioridad del Todopoderoso. Pero el corazón del Faraón seguía endurecido.

Moshé señaló que animales salvajes asediarían las casas egipcias, no así las de Goshen donde vivían los judíos. Nuevamente Paró prometió dejar salir al pueblo por tres días para que ofrecieran sacrificios al Eterno, pero cuando se detuvo la plaga, su corazón volvió a endurecer.

Nuevamente Moshé advirtió al Faraón sobre una nueva plaga que afectaría a los animales. Esta mató al ganado de los egipcios, no así al de los hebreos. El Faraón comprobó lo ocurrido, pero no cambió su postura.
El Eterno ordenó a Moshé y a Aharón tomar en sus puños cenizas y arrojarlas hacia el cielo, en presencia del Faraón, las que se transformaron en pústulas sarnosas, atacando a hombres y animales. Los magos también fueron afectados por esta plaga, y, aún así, el Faraón no accedió a los pedidos de Moshé.

Exodo 6:2-13 (RVA2015)


—Además, Dios dijo a Moisés—: Yo soy el SEÑOR. Yo me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Todopoderoso, pero con mi nombre, SEÑOR, no me di a conocer a ellos. Yo también establecí mi pacto con ellos, prometiendo darles la tierra de Canaán, la tierra en la cual peregrinaron y habitaron como forasteros. Asimismo, yo he escuchado el gemido de los hijos de Israel, a quienes los egipcios esclavizan, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, di a los hijos de Israel: “Yo soy el SEÑOR. Yo los libraré de las cargas de Egipto y los libertaré de su esclavitud. Los redimiré con brazo extendido y con grandes actos justicieros. Los tomaré como pueblo mío, y yo seré su Dios. Ustedes sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios, que los libra de las cargas de Egipto. Yo los llevaré a la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob. Yo se la daré en posesión. Yo el SEÑOR”.

De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel, pero ellos no escucharon a Moisés, a causa del decaimiento de ánimo y de la dura esclavitud. 10 Entonces el SEÑOR habló a Moisés diciendo:

11 —Ve al faraón rey de Egipto y dile que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.

12 Y Moisés respondió al SEÑOR diciendo:

—Si los hijos de Israel no me escuchan, ¿cómo, pues, me escuchará el faraón, siendo yo falto de elocuencia?

13 Entonces el SEÑOR habló a Moisés y a Aarón, y les dio mandamiento para los hijos de Israel y para el faraón rey de Egipto, a fin de sacar a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.

Exodo 6:14-28 (RVA2015)


14 Estos son los jefes de sus casas paternas:

Los hijos de Rubén, primogénito de Israel, fueron: Hanoc, Falú, Hesrón y Carmi. Estos son los clanes de Rubén.

15 Los hijos de Simeón fueron: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de la cananea. Estos son los clanes de Simeón.

16 Estos son los nombres de los hijos de Leví, según sus generaciones: Gersón, Cohat y Merari. Los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete.

17 Los hijos de Gersón fueron Libni y Simei, según sus clanes.

18 Los hijos de Cohat fueron: Amram, Izjar, Hebrón y Uziel. Los años de la vida de Cohat fueron ciento treinta y tres.

19 Los hijos de Merari fueron Majli y Musi.

Estos son los clanes de Leví, según sus generaciones.

20 Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, quien le dio a luz a Aarón y a Moisés. Los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete.

21 Los hijos de Izjar fueron: Coré, Néfeg y Zicri.

22 Los hijos de Uziel fueron: Misael, Elzafán y Sitri.

23 Aarón tomó por mujer a Elisabet hija de Aminadab, hermana de Najsón, quien le dio a luz a Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.

24 Los hijos de Coré fueron: Asir, Elcana y Abiasaf. Estos son los clanes de los coreítas.

25 Eleazar hijo de Aarón tomó por mujer a una de las hijas de Putiel, la cual le dio a luz a Fineas.

Estos son los jefes de las casas paternas de los levitas, según sus clanes. 26 Estos son aquel Aarón y aquel Moisés, a quienes el SEÑOR dijo: “Saquen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto, según sus ejércitos”. 27 Ellos son los que hablaron al faraón rey de Egipto para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Estos fueron Moisés y Aarón.

28 Sucedió esto el día en que el SEÑOR habló a Moisés en la tierra de Egipto.

Exodo 6:29 – 7:7 (RVA2015)


29 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:

—Yo soy el SEÑOR. Di al faraón, rey de Egipto, todas las cosas que yo te diga a ti.

30 Moisés respondió al SEÑOR:

—He aquí que yo soy un hombre falto de elocuencia; ¿cómo, pues, me escuchará el faraón?

Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:

—Mira, yo te he puesto como dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará al faraón para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Yo endureceré el corazón del faraón y multiplicaré mis señales y mis prodigios en la tierra de Egipto. El faraón no los escuchará. Pero yo pondré mi mano sobre Egipto y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto con grandes actos justicieros. Así sabrán los egipcios que yo soy el SEÑOR, cuando extienda mi mano sobre Egipto y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos.

Moisés y Aarón hicieron como el SEÑOR les mandó; así lo hicieron. Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres años, cuando hablaron al faraón.

Exodo 7:8 – 8:6 (RVA2015)


El SEÑOR habló a Moisés y a Aarón diciendo:

—Cuando el faraón les responda y diga: “Muestren señales”, tú dirás a Aarón: “Toma tu vara y arrójala delante del faraón, y ella se transformará en una serpiente”.

10 Fueron, pues, Moisés y Aarón al faraón, e hicieron como el SEÑOR les había mandado: Aarón echó su vara delante del faraón y de sus servidores, y se convirtió en una serpiente. 11 El faraón también llamó a los sabios y a los hechiceros, y también ellos, los magos de Egipto, hicieron lo mismo con sus encantamientos. 12 Cada uno echó su vara, las cuales se convirtieron en serpientes; pero la vara de Aarón se tragó las varas de ellos. 13 Y el corazón del faraón se endureció, y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho.

14 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:

—El corazón del faraón se ha endurecido, y rehúsa dejar ir al pueblo. 15 Ve por la mañana al faraón, cuando él salga al río. Ponte frente a él a la orilla del Nilo. Toma en tu mano la vara que se transformó en serpiente, 16 y dile: “El SEÑOR, el Dios de los hebreos, me ha enviado a ti para decirte: ‘Deja ir a mi pueblo para que me sirva en el desierto’. Pero he aquí que hasta ahora no has querido escuchar. 17 Así ha dicho el SEÑOR: ‘En esto conocerás que yo soy el SEÑOR’; he aquí, con la vara que tengo en mi mano golpearé las aguas del Nilo, y estas se convertirán en sangre. 18 Los peces que hay en el Nilo morirán. El Nilo apestará, y los egipcios tendrán asco de beber agua del Nilo”.

19 El SEÑOR dijo también a Moisés:

—Di a Aarón: “Toma tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus canales, sobre sus estanques y sobre todos sus depósitos de agua; y ellas se convertirán en sangre”. Habrá sangre en toda la tierra de Egipto, hasta en los baldes de madera y en las vasijas de piedra.

20 Moisés y Aarón hicieron como les mandó el SEÑOR. Alzó la vara y golpeó las aguas del Nilo en presencia del faraón y de sus servidores, y todas las aguas del Nilo se convirtieron en sangre. 21 Los peces que había en el Nilo murieron. Y el Nilo apestaba, de modo que los egipcios no podían beber de él. Hubo sangre en toda la tierra de Egipto.

22 Pero los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos. Y el corazón del faraón se endureció, y no los escuchó, tal como el SEÑOR lo había dicho.

23 Después se volvió el faraón y entró en su casa, y no quiso prestar más atención al asunto. 24 Y todos los egipcios hicieron pozos alrededor del Nilo para beber, porque no podían beber las aguas del Nilo.

25 Pasaron siete días después que el SEÑOR golpeó el Nilo.

Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:

—Ve al faraón y dile que el SEÑOR ha dicho así: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Y si rehúsas dejarlo ir, he aquí yo castigaré todo tu territorio con una plaga de ranas. El Nilo se llenará de ranas, las cuales subirán y entrarán en tu casa y en tu dormitorio, y sobre tu cama. Entrarán en las casas de tus servidores y de tu pueblo. Entrarán en tus hornos y en tus artesas de amasar. Las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre todos tus servidores”.

El SEÑOR dijo también a Moisés:

—Di a Aarón: “Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, sobre los canales y sobre los estanques; y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto”.

Entonces Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto.

Exodo 8:7-18 (RVA2015)


Pero los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron subir ranas sobre la tierra de Egipto. Entonces el faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:

—Rueguen al SEÑOR para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir al pueblo para que ofrezca sacrificios al SEÑOR.

Y Moisés dijo al faraón:

—Dígnate indicarme cuándo he de rogar por ti, por tus servidores y por tu pueblo, para que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y solamente queden en el Nilo.

10 Y él dijo:

—Mañana.

Y Moisés respondió:

—Se hará conforme a tu palabra, para que conozcas que no hay otro como el SEÑOR nuestro Dios. 11 Las ranas se irán de ti, de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo, y solamente quedarán en el Nilo.

12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la presencia del faraón. Y Moisés clamó al SEÑOR por el asunto de las ranas que había mandado sobre el faraón. 13 El SEÑOR hizo conforme a la palabra de Moisés. Murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos. 14 Las juntaron en muchos montones, y la tierra apestaba. 15 Pero viendo el faraón que le habían dado alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el SEÑOR lo había dicho.

16 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:

—Di a Aarón: “Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos en toda la tierra de Egipto”.

17 Ellos lo hicieron así. Aarón extendió su mano con su vara y golpeó el polvo de la tierra, el cual se convirtió en piojos, tanto sobre los hombres como sobre los animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos, en toda la tierra de Egipto.

18 Los magos también intentaron hacer piojos con sus encantamientos, pero no pudieron. Había piojos tanto en los hombres como en los animales.

Exodo 8:19 – 9:16 (RVA2015)


19 Entonces los magos dijeron al faraón:

—¡Esto es el dedo de Dios!

Pero el corazón del faraón se endureció, y no los escuchó, tal como el SEÑOR lo había dicho.

20 El SEÑOR dijo a Moisés:

—Levántate muy de mañana, preséntate ante el faraón cuando él salga al río y dile que el SEÑOR ha dicho así: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva. 21 Porque si no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré una nube de moscas sobre ti y sobre tus servidores, sobre tu pueblo y dentro de tus casas. Y las casas de los egipcios se llenarán de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén. 22 Pero el mismo día yo excluiré la tierra de Gosén, donde habita mi pueblo, para que no vaya allí la nube de moscas, a fin de que sepas que yo, el SEÑOR, estoy en medio de la tierra. 23 Yo haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana tendrá lugar esta señal”.

24 El SEÑOR lo hizo así: Vino una densa nube de moscas sobre la casa del faraón, sobre las casas de sus servidores, y sobre toda la tierra de Egipto. La tierra quedó devastada a causa de ellas. 25 Entonces el faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:

—Vayan, ofrezcan sacrificios a su Dios, dentro del país.

26 Moisés respondió:

—No conviene que lo hagamos así, porque ofreceríamos como sacrificio al SEÑOR lo que es una abominación a los egipcios. Si sacrificáramos en presencia de los egipcios lo que para ellos es una abominación, ¿no nos apedrearían? 27 Iremos a tres días de camino por el desierto y ofreceremos sacrificios al SEÑOR, según él nos diga.

28 El faraón dijo:

—Yo los dejaré ir para que ofrezcan sacrificios al SEÑOR su Dios en el desierto, con tal que no se vayan demasiado lejos. Rueguen por mí.

29 Respondió Moisés:

—He aquí, al salir yo de tu presencia, rogaré al SEÑOR, y él hará que mañana la nube de moscas se aparte del faraón, de sus servidores y de su pueblo, con tal que el faraón no se vuelva a burlar, no dejando ir al pueblo para ofrecer sacrificios al SEÑOR.

30 Entonces Moisés salió de la presencia del faraón y oró al SEÑOR. 31 Y el SEÑOR hizo conforme a la palabra de Moisés y apartó del faraón, de sus servidores y de su pueblo la nube de moscas, sin que quedara una sola. 32 Pero el faraón endureció también esta vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.

Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:

—Ve al faraón y dile que el SEÑOR, el Dios de los hebreos, ha dicho así: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva. Porque si rehúsas dejarlos ir y los sigues deteniendo, he aquí la mano del SEÑOR traerá una terrible peste sobre tu ganado que está en el campo: caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas. Pero el SEÑOR hará distinción entre el ganado de Israel y el de Egipto, de modo que no muera nada de todo lo que pertenece a los hijos de Israel”.

El SEÑOR fijó un plazo diciendo:

—Mañana el SEÑOR hará esto en el país.

Al día siguiente el SEÑOR hizo esto, y murió todo el ganado de Egipto. Pero del ganado de los hijos de Israel no murió ni un solo animal. El faraón envió observadores, y he aquí que del ganado de los hijos de Israel no había muerto ni un solo animal. Pero el corazón del faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.

El SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón:

—Tomen puñados de hollín de un horno, y que Moisés lo esparza hacia el cielo, en presencia del faraón. Este se convertirá en polvo sobre toda la tierra de Egipto, y ocasionará sarpullido que producirá úlceras, tanto en los hombres como en los animales, en toda la tierra de Egipto.

10 Tomaron, pues, el hollín del horno y se pusieron de pie delante del faraón. Moisés lo esparció hacia el cielo, y se convirtió en sarpullido que producía úlceras, tanto en los hombres como en los animales. 11 Y los magos no podían estar en presencia de Moisés por causa de las úlceras, porque los magos tenían úlceras, como todos los egipcios.

12 Pero el SEÑOR endureció el corazón del faraón. Y este no los escuchó, tal como el SEÑOR lo había dicho a Moisés.

13 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:

—Levántate muy de mañana, preséntate delante del faraón y dile que el SEÑOR, el Dios de los hebreos, dice así: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva. 14 Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas sobre ti, sobre tus servidores y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. 15 Porque hasta ahora yo podría haber extendido mi mano para herirte a ti y a tu pueblo con una plaga tal que ya habrías sido eliminado de la tierra. 16 Pero por esto mismo te he dejado con vida[a], para mostrarte mi poder y para dar a conocer mi nombre en toda la tierra.

Exodo 9:17-35 (RVA2015)


17 ¿Todavía te insolentas contra mi pueblo para no dejarlos ir? 18 He aquí, mañana a estas horas yo haré caer granizo tan pesado, como nunca lo hubo en Egipto desde el día en que fue fundado, hasta ahora. 19 Ordena, pues, que recojan tu ganado y todo lo que tienes en el campo, en un lugar seguro; porque el granizo caerá sobre todo hombre o animal que se halle en el campo y que no haya sido recogido en casa, y morirá”.

20 De los servidores del faraón, el que temió la palabra del SEÑOR hizo que sus criados y su ganado huyeran a casa. 21 Pero los que no tomaron en serio la palabra del SEÑOR dejaron a sus criados y sus ganados en el campo.

22 El SEÑOR dijo a Moisés:

—Extiende tu mano hacia el cielo para que caiga granizo sobre toda la tierra de Egipto, sobre los hombres, sobre los animales y sobre toda la hierba del campo en la tierra de Egipto.

23 Moisés extendió su vara hacia el cielo, y el SEÑOR envió truenos y granizo. El fuego se descargó sobre la tierra, y el SEÑOR hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24 Hubo, pues, granizo y fuego centelleante mezclado con el granizo, y era tan pesado que nunca lo hubo como aquel en toda la tierra de Egipto desde que comenzó a ser nación. 25 El granizo destruyó en toda la tierra de Egipto todo lo que estaba en el campo, tanto los hombres como los animales. El granizo también arruinó toda la hierba del campo y destrozó todos los árboles del campo. 26 Solo en la tierra de Gosén, donde habitaban los hijos de Israel, no cayó granizo. 27 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo:

—He pecado esta vez. El SEÑOR es el justo; yo y mi pueblo somos los culpables. 28 Rueguen al SEÑOR para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo los dejaré ir, y ustedes no se detendrán más.

29 Moisés le respondió:

—Al salir yo de la ciudad, extenderé mis manos al SEÑOR, y los truenos cesarán, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es del SEÑOR. 30 Pero yo sé que ni tú ni tus servidores temen todavía la presencia del SEÑOR Dios.

31 El lino y la cebada fueron destruidos, porque la cebada estaba en espiga y el lino en flor. 32 Pero el trigo y el centeno no fueron destruidos, pues eran tardíos.

33 Después de haber salido de la presencia del faraón y de la ciudad, Moisés extendió sus manos al SEÑOR, y cesaron los truenos y el granizo; y no cayó más lluvia sobre la tierra. 34 Entonces, al ver que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, el faraón volvió a pecar. Tanto él como sus servidores endurecieron su corazón. 35 El corazón del faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, tal como el SEÑOR lo había dicho por medio de Moisés.

Ezequiel 28:25-29:21 (RVA2015)


25 Así ha dicho el SEÑOR Dios[a]: “Cuando yo reúna a los de la casa de Israel de entre las naciones donde están dispersados, entonces en medio de ellos seré tratado como santo a la vista de las naciones. Y habitarán en su tierra, la cual di a mi siervo Jacob. 26 Habitarán seguros en ella; edificarán casas y plantarán viñas. Habitarán seguros, cuando yo haya ejecutado actos justicieros alrededor de ellos, en medio de todos los que los desprecian. Y sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios”.

29 En el día doce del mes décimo[b] del año diez vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: “Oh hijo de hombre, pon tu rostro hacia el faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. Habla y di que así ha dicho el SEÑOR Dios[c]: He aquí yo estoy contra ti, oh faraón, rey de Egipto, gran monstruo que estás tendido en medio de sus canales, y que dices: ‘Míos son los canales del Nilo, pues yo los hice’.

“Yo pondré ganchos en tus quijadas, y haré que los peces de los canales se peguen sobre tus escamas. Te sacaré de en medio de tus canales, y todos los peces de tus canales saldrán pegados a tus escamas. Te arrojaré al desierto, a ti y a todos los peces de tus canales. Caerás sobre la superficie del campo; no serás recogido ni sepultado[d]. Te he dado por comida a los animales de la tierra y a las aves del cielo. Y sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy el SEÑOR, por cuanto fuiste[e] como un bastón de caña para la casa de Israel. Cuando ellos te tomaron con la mano, te quebraste y les rompiste todo el hombro. Cuando se apoyaron sobre ti, te quebraste y les estremeciste[f] todos sus lomos. Por eso, así ha dicho el SEÑOR Dios[g], he aquí que yo traigo la espada contra ti, y exterminaré en ti a los hombres y a los animales. La tierra de Egipto será convertida en desolación y ruinas. Y sabrán que yo soy el SEÑOR.

“Por cuanto has dicho[h]: ‘¡Mío es el Nilo, pues yo lo hice!’, 10 he aquí que por eso yo estoy contra ti y contra tus canales. Convertiré la tierra de Egipto en una ruina completa, una desolación desde Migdol y Asuán hasta la frontera con Etiopía. 11 No pasará por ella pie de hombre ni pata de animal pasará por ella. No será habitada durante cuarenta años. 12 Pues convertiré la tierra de Egipto en una desolación en medio de las tierras desoladas, y sus ciudades estarán arruinadas durante cuarenta años. Dispersaré a los egipcios entre las naciones y los esparciré por los países”.

13 Porque así ha dicho el SEÑOR Dios[i]: “Al final de los cuarenta años reuniré a los egipcios de entre los pueblos donde habrán sido dispersados, 14 y restauraré de la cautividad a Egipto. Los haré volver a la tierra de Patros, la tierra de su origen. Allí formarán un reino modesto; 15 será modesto en comparación con los otros reinos. Nunca más se enaltecerán sobre las naciones; porque los reduciré, para que no se enseñoreen de las naciones. 16 Nunca más serán objeto de confianza para la casa de Israel, que les haga recordar el pecado de volverse hacia ellos. Y sabrán que yo soy el SEÑOR Dios[j]”.

17 Aconteció en el primer día del mes primero[k] del año veintisiete que vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo: 18 “Oh hijo de hombre: Nabucodonosor, rey de Babilonia, sometió a su ejército a una labor grande contra Tiro: Toda cabeza fue rapada y todo hombro despellejado; pero ni para él ni para su ejército hubo recompensa en Tiro por la labor que realizaron contra ella. 19 Por eso, así ha dicho el SEÑOR Dios[l], he aquí que yo doy a Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto. Él se llevará sus riquezas, tomará botín y la saqueará; y habrá recompensa para su ejército. 20 Le he dado la tierra de Egipto por el trabajo que realizó en ella, porque lo hizo para mí, dice el SEÑOR Dios[m].

21 “En aquel día haré surgir el poderío de la casa de Israel, y te permitiré abrir la boca en medio de ellos. Y sabrán que yo soy el SEÑOR”.

Revelaciones 16:1-21 (RVA2015)


16 Entonces oí una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: “Vayan y derramen las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra”. Fue el primer ángel y derramó su copa sobre la tierra. Y se produjo una llaga dolorosa y maligna sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y los que adoraban su imagen.

El segundo ángel derramó su copa sobre el mar. Y se convirtió en sangre como de muerto. Y murió todo ser viviente que estaba en el mar.

El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre. Oí al ángel de las aguas decir: “Justo eres tú que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas. Porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, tú también les has dado a beber sangre, pues se lo merecen”. Y oí al altar decir: “¡Ciertamente, oh Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos!”.

El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y le fue dado quemar a los hombres con fuego. Los hombres fueron quemados con el intenso calor y blasfemaron el nombre del Dios que tiene autoridad sobre estas plagas, pero no se arrepintieron para darle gloria.

10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino fue convertido en tinieblas. Se mordían las lenguas de dolor 11 y blasfemaron al Dios del cielo por sus dolores y sus llagas, pero no se arrepintieron de sus obras.

12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y sus aguas se secaron para que fuese preparado el camino de los reyes del Oriente. 13 Vi salir de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus impuros semejantes a ranas. 14 Pues son espíritus de demonios que hacen señales, los cuales salen a los reyes de todo el mundo habitado para congregarlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso. 15 “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos para que no ande desnudo y vean su vergüenza”. 16 Y los congregó en el lugar que se llama en hebreo Armagedón[a].

17 El séptimo ángel derramó su copa por el aire. Y salió una gran voz del santuario desde el trono, que decía: “¡Está hecho!”. 18 Entonces se produjeron relámpagos y estruendos y truenos, y hubo un gran terremoto. Tan fuerte fue ese gran terremoto como jamás había acontecido desde que el hombre existe sobre la tierra. 19 La gran ciudad se dividió en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron. Y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios, para darle a ella de la copa del vino del furor de su ira. 20 Toda isla huyó, y las montañas no fueron halladas más. 21 Y del cielo cayó sobre los hombres enorme granizo, como de treinta y cuatro kilos de peso. Y los hombres blasfemaron a Dios por la plaga del granizo, porque la plaga era grande en extremo.

Otros estudios

Por Rabí Peretz Ben Yehudah