Lectura parasha Toldot

Toldot | תּֽוֹלְדֹ֥ת


“Generaciones”

Hay dos naciones orgullosas en tu vientre, cada una de las cuales se enorgullece de su respectivo mundo y de cada una en su respectivo Reino: Esaú en este mundo y Jacob en el mundo venidero.

(Radak en el Midrash) 1

Así como el agricultor siembra en la tierra muchas semillas y planta una multitud de plantas, pero en la temporada no todo lo que se ha plantado echa raíces, así también los que sembraron en el mundo, no todos se salvarán “

(2 Esdras 8:14)

¿Quién es este que viene de Edom, de Bosra, con sus vestidos manchados de carmesí?

(Isaías 63: 1)

Los rabinos equipararon alegóricamente a Esaú con Roma y al pueblo edomita con el Imperio Romano. Las descripciones bíblicas de la lucha de Jacob con Esaú se convirtieron en un terreno rico para el midrash con respecto a las relaciones entre judíos y romanos. En los días de Mashiaj, la mano opresiva de la tiranía de Roma sobre la tierra de Israel había creado un creciente resentimiento teológico y político. La redención mesiánica anticipada podría verse solo como una victoria sobre Roma.

La memoria histórica de la exitosa revuelta de los Macabi, junto con una fe simple y honesta en el poder de Elohim para salvar, avivó el fuego de la revolución. El Rey-Mesías largamente esperado y su Reino prometido fueron vistos a través de la rejilla de las duras realidades de la opresión romana. Camina por Galilea. Pregúntale a cualquiera. ¿Qué es lo primero que hará el Mesías? Derribar a los romanos. Será un guerrero que establecerá Su Reino. ¿Cómo será el Reino de los Cielos? Será un gobierno de paz y justicia gobernando sobre todas las naciones … incluso sobre Roma.

Lo único que frenó la gran guerra entre Jacob y Esaú fue la llegada del Mesías.

Génesis 25:19 – 26:5 (RVA15)


19 Esta es la historia de Isaac hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac. 20 Isaac tenía cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca hija de Betuel el arameo, de Padan-aram, y hermana de Labán el arameo.

21 Isaac rogó al SEÑOR por su mujer, que era estéril. El SEÑOR accedió a su ruego, y Rebeca su mujer concibió.

22 Como los hijos se empujaban dentro de ella, dijo:

—Si es así, ¿para qué he de vivir?

Ella fue a consultar al SEÑOR, 23 y el SEÑOR le dijo:

—Dos naciones hay en tu vientre, y dos pueblos que estarán separados desde tus entrañas. Un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.

24 Cuando se cumplió el tiempo de dar a luz, he aquí que había mellizos en su vientre. 25 Y salió el primero, rojizo y todo velludo como una túnica de pieles, y llamaron su nombre Esaú[a]26 Después salió su hermano, con su mano asida al talón de Esaú, y llamaron su nombre Jacob[b]. Isaac tenía sesenta años de edad cuando ella los dio a luz.

27 Los niños crecieron, y Esaú llegó a ser experto en la caza, hombre del campo. Jacob, por su lado, era hombre tranquilo y solía permanecer en las tiendas. 28 Isaac prefería a Esaú, porque comía de su caza; pero Rebeca prefería a Jacob.

29 Cierto día Jacob preparó un guisado. Y cuando Esaú volvía del campo, cansado, 30 dijo a Jacob:

—Por favor, invítame a comer de ese guiso rojo[c], pues estoy muy cansado.

Por eso fue llamado su nombre Edom[d]31 Y Jacob respondió:

—Véndeme primero tu primogenitura.

32 Entonces Esaú dijo:

—He aquí que yo me voy a morir; ¿de qué, pues, me servirá la primogenitura?

33 Dijo Jacob:

—¡Júramelo ahora!

Él se lo juró y vendió a Jacob su primogenitura. 34 Entonces Jacob dio a Esaú pan y guisado de lentejas. Él comió y bebió, y levantándose, se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.

26 Hubo hambre en el país, además de la primera que hubo en los días de Abraham. E Isaac se dirigió a Abimelec, rey de los filisteos, en Gerar. Y se le apareció el SEÑOR y le dijo:

—No desciendas a Egipto. Habita en la tierra que yo te diré. Reside en esta tierra. Yo estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes les daré todas estas tierras. Así cumpliré el juramento que hice a tu padre Abraham. Yo multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras. Y en tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, porque Abraham obedeció mi voz y guardó mi ordenanza, mis mandamientos, mis estatutos y mis instrucciones.

Génesis 26:6-12 (RVA15)


Habitó, pues, Isaac en Gerar. Y los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer. Él respondió:

—Es mi hermana.

Tuvo miedo de decir: “Es mi mujer”, pues pensó: “No sea que los hombres del lugar me maten a causa de Rebeca”. Porque ella era hermosa.

Sucedió después de estar allí muchos días, que Abimelec, rey de los filisteos, miró por una ventana y vio a Isaac que acariciaba a Rebeca su mujer. Entonces Abimelec llamó a Isaac y le dijo:

—¡He aquí, de veras ella es tu mujer! ¿Por qué, pues, dijiste: “Es mi hermana”?

Isaac le respondió:

—Es que pensé que quizás moriría a causa de ella.

10 Abimelec le dijo:

—¿Por qué nos has hecho esto? Por poco pudiera haber dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros culpabilidad.

11 Entonces Abimelec dio órdenes a todo el pueblo diciendo:

—El que toque a este hombre o a su mujer, morirá irremisiblemente.

12 Isaac sembró en aquella tierra, y aquel año obtuvo ciento por uno. El SEÑOR lo bendijo,

Génesis 26:13-22 (RVA15)


13 y el hombre se enriqueció y continuó enriqueciéndose hasta llegar a ser muy rico. 14 Tenía rebaños de ovejas, hatos de vacas y abundancia de siervos, de modo que los filisteos le tenían envidia. 15 Los filisteos cegaron y llenaron de tierra todos los pozos que habían abierto los siervos de su padre Abraham, en sus días. 16 Entonces Abimelec dijo a Isaac:

—Aléjate de nosotros, porque te has hecho más poderoso que nosotros.

17 Isaac se fue de allí, asentó sus tiendas junto al arroyo de Gerar y habitó allí. 18 Isaac volvió a cavar los pozos de agua que habían cavado en los días de Abraham su padre y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham. Y él los llamó con los mismos nombres con que su padre los había llamado. 19 Después los siervos de Isaac cavaron en el valle y descubrieron un pozo de aguas vivas. 20 Y los pastores de Gerar contendieron con los pastores de Isaac, diciendo:

—El agua es nuestra.

Por eso llamó al pozo Esec[a], porque allí riñeron con él. 21 Cavaron otro pozo, y también contendieron por él. Y llamó su nombre Sitna. 22 Se alejó de allí y cavó otro pozo, y no contendieron por él. Él llamó su nombre Rejobot diciendo:

—Porque ahora el SEÑOR nos ha hecho ensanchar, y seremos fecundos en la tierra.

Génesis 26:23-29 (RVA15)


23 De allí fue a Beerseba. 24 Y aquella noche se le apareció el SEÑOR y le dijo:

—Yo soy el Dios de tu padre Abraham; no temas, porque yo estoy contigo. Yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia por amor de mi siervo Abraham.

25 Él edificó allí un altar, invocó el nombre del SEÑOR e instaló allí su tienda. También allí los siervos de Isaac excavaron un pozo.

26 Entonces fue a él Abimelec, desde Gerar, acompañado por Ajuzat, amigo suyo, y Ficol, jefe de su ejército. 27 E Isaac les dijo:

—¿Por qué vienen a mí, ustedes que me han aborrecido y me han echado de en medio de ustedes?

28 Ellos respondieron:

—Claramente hemos visto que el SEÑOR está contigo y dijimos: “Por favor, haya un juramento solemne entre nosotros, entre tú y nosotros”. Hagamos una alianza contigo 29 de que no nos harás daño, como nosotros no te hemos tocado y como solo te hemos hecho bien y te despedimos en paz. Tú eres ahora bendito del SEÑOR.

Génesis 26:30 – 27:27 (RVA15)


30 Entonces él les hizo un banquete, y comieron y bebieron. 31 Después se levantaron temprano, e hicieron juramento el uno al otro. Luego Isaac los despidió, y ellos se alejaron de él en paz.

32 Aconteció que aquel mismo día vinieron los siervos de Isaac y le dieron noticias acerca del pozo que habían excavado. Y le dijeron:

—¡Hemos hallado agua!

33 Él lo llamó Seba[a]. Por esta razón el nombre de la ciudad es Beerseba[b] hasta el día de hoy.

34 Cuando Esaú tenía cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri el heteo, y a Basemat hija de Elón el heteo. 35 Estas fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca.

27 Aconteció que cuando Isaac había envejecido, sus ojos se debilitaron, y no podía ver. Entonces llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo:

—Hijo mío.

Él respondió:

—Heme aquí.

Le dijo:

—He aquí, yo ya soy viejo y no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tu equipo, tu aljaba y tu arco, y ve al campo a cazar algo para mí. Luego hazme un potaje como a mí me gusta. Tráemelo para que coma, y yo te bendiga antes que muera.

Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Cuando Esaú fue al campo para cazar lo que había de traer, Rebeca habló a su hijo Jacob diciendo:

—He aquí, he oído a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú, diciendo: “Caza para mí y hazme un potaje para que coma y te bendiga en presencia del SEÑOR, antes de mi muerte”. Ahora pues, hijo mío, obedéceme en lo que te mando: Ve al rebaño y tráeme de allí dos buenos cabritos; y yo haré con ellos un potaje para tu padre, como a él le gusta. 10 Tú se lo llevarás a tu padre; y comerá, para que te bendiga antes de su muerte.

11 Jacob dijo a Rebeca su madre:

—He aquí que Esaú mi hermano es hombre velludo, y yo soy lampiño. 12 Quizás me palpe mi padre y me tenga por un farsante, y traiga sobre mí una maldición en vez de una bendición.

13 Su madre le respondió:

—Hijo mío, sobre mí recaiga tu maldición. Tú solamente obedéceme; ve y tráemelos.

14 Entonces él fue, tomó los cabritos y se los trajo a su madre. Y ella hizo un potaje como le gustaba a su padre. 15 Luego Rebeca tomó la ropa más preciada de Esaú, su hijo mayor, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob, su hijo menor. 16 Y puso las pieles de los cabritos sobre las manos y sobre el cuello, donde no tenía vello. 17 Luego puso el potaje y el pan, que había preparado, en las manos de Jacob su hijo. 18 Y él fue a su padre y le dijo:

—Padre mío.

Él respondió:

—Heme aquí. ¿Quién eres, hijo mío?

19 Jacob respondió a su padre:

—Yo soy Esaú, tu primogénito. He hecho lo que me dijiste. Por favor, levántate, siéntate y come de mi caza, para que tú me bendigas.

20 Entonces Isaac preguntó a su hijo:

—¿Cómo es que pudiste hallarla tan pronto, hijo mío?

Él respondió:

—Porque el SEÑOR tu Dios hizo que se encontrara delante de mí.

21 E Isaac dijo a Jacob:

—Por favor, acércate y te palparé, hijo mío, a ver si tú eres mi hijo Esaú, o no.

22 Jacob se acercó a su padre Isaac, quien lo palpó y dijo:

—La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú.

23 No lo pudo reconocer, porque sus manos parecían tan velludas como las manos de su hermano Esaú, y lo bendijo. 24 Le preguntó:

—¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?

Él respondió:

—Sí, yo soy.

25 Le dijo:

—Acércamela; comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga.

Jacob se la acercó e Isaac comió. Le trajo también vino y bebió. 26 Entonces le dijo su padre Isaac:

—Acércate, por favor, y bésame, hijo mío.

27 Él se acercó y lo besó. Y al percibir Isaac el olor de su ropa, lo bendijo diciendo:

—He aquí, el olor de mi hijo

es como el olor del campo

que el SEÑOR ha bendecido.

Génesis 27:28 – 28:4 (RVA15)


28 Dios te dé del rocío del cielo

y de lo más preciado de la tierra:

trigo y vino en abundancia.

29 Que los pueblos te sirvan,

y las naciones se postren ante ti.

Sé señor de tus hermanos

y póstrense ante ti los hijos de tu madre.

Sean malditos los que te maldigan

y benditos los que te bendigan.

30 Y sucedió luego que Isaac había terminado de bendecir a Jacob, y cuando apenas había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, que su hermano Esaú llegó de cazar. 31 Él también hizo un potaje, lo llevó a su padre y le dijo:

—Levántate, padre mío, y come de la caza de tu hijo, para que tú me bendigas.

32 Entonces su padre Isaac le preguntó:

—¿Quién eres tú?

Él respondió:

—Yo soy Esaú, tu hijo primogénito.

33 Isaac se estremeció fuertemente y dijo:

—¿Quién, pues, es el que vino aquí, que cazó y me trajo de comer, y yo comí de todo antes de que tú vinieras? ¡Yo lo bendije, y será bendito!

34 Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, profirió un grito fuerte y muy amargo. Y dijo a su padre:

—¡Bendíceme también a mí, padre mío!

35 Él dijo:

—Tu hermano vino con engaño y se llevó tu bendición.

36 Él respondió:

—¿No es cierto que llamaron su nombre Jacob[a]? Pues ya me ha suplantado estas dos veces: Se llevó mi primogenitura, y he aquí que ahora también se ha llevado mi bendición. —Y añadió—: ¿No te queda una bendición para mí?

37 Isaac respondió y dijo a Esaú:

—He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado como siervos a todos sus hermanos. Lo he provisto de trigo y de vino. ¿Qué, pues, haré por ti, hijo mío?

38 Esaú dijo a su padre:

—¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí, padre mío!

Y Esaú alzó su voz y lloró. 39 Entonces respondió Isaac su padre y le dijo:

—He aquí, será favorecido el lugar

que habites

con los más preciados productos de la tierra

y con el rocío del cielo arriba.

40 De tu espada vivirás

y a tu hermano servirás.

Pero sucederá que cuando adquieras dominio,

romperás su yugo sobre tu cuello.

41 Esaú aborreció a Jacob por la bendición con que lo había bendecido su padre, y dijo en su corazón: “Se acercan los días de duelo por mi padre; entonces yo mataré a mi hermano Jacob”.

42 Fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú, su hijo mayor. Ella envió a llamar a Jacob, su hijo menor, y le dijo:

—He aquí que Esaú tu hermano planea vengarse de ti, matándote. 43 Ahora pues, hijo mío, obedéceme: Levántate y huye a mi hermano Labán, en Harán. 44 Pasa con él algún tiempo, hasta que el enojo de tu hermano se aplaque, 45 hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti y se olvide de lo que le has hecho. Entonces yo mandaré a traerte de allá. ¿Por qué habré de ser privada de ustedes dos en un solo día?

46 Rebeca dijo a Isaac:

—Estoy hastiada de vivir por causa de las mujeres heteas: Si Jacob toma esposa de entre las mujeres heteas, de las mujeres de esta tierra, como estas, ¿para qué quiero la vida?

28 Entonces Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le mandó diciendo:

—No tomes esposa de entre las mujeres de Canaán. Levántate, ve a Padan-aram, a la casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. Que el Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fecundo y te multiplique hasta que llegues a ser multitud de pueblos. Que él te dé la bendición de Abraham, lo mismo que a tu descendencia, para que poseas la tierra en que habitas, la cual Dios ha dado a Abraham.

Génesis 28:5-9 (RVA15)


Así envió Isaac a Jacob, quien fue a Padan-aram, a Labán hijo de Betuel el arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y de Esaú.

Esaú vio que Isaac había bendecido a Jacob y que lo había enviado a Padan-aram para tomar allí mujer para sí. Vio también que cuando lo bendijo, le mandó diciendo: “No tomes esposa de entre las mujeres de Canaán”. Jacob había obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padan-aram. Asimismo, vio Esaú que las mujeres de Canaán le parecían mal a Isaac su padre. Entonces él también se fue a Ismael y tomó para sí por mujer a Majalat hija de Ismael, hijo de Abraham, hermana de Nebayot, además de las otras mujeres que tenía.

Malaquías 1:1-2:7 (RVA15)


1 Profecía: La palabra del SEÑOR a Israel por medio de Malaquías.

“Yo los he amado”, ha dicho el SEÑOR. “Pero ustedes dicen: ‘¿En qué nos has amado?’. ¿Acaso Esaú no era hermano de Jacob?, dice el SEÑOR. Sin embargo, yo amé a Jacob y aborrecí a Esaú; convertí sus montes en desolación y di su posesión a los chacales del desierto”.

Si Edom dice: “Hemos sido demolidos pero volveremos a edificar las ruinas”, así ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos: “Ellos edificarán pero yo lo destruiré. Los llamarán ‘territorio de impiedad’ y ‘pueblo contra el cual el SEÑOR se ha airado para siempre’. Sus ojos lo verán y dirán: ‘¡Sea engrandecido el SEÑOR más allá de las fronteras de Israel!’.

“El hijo honra al padre y el siervo a su señor. Y si yo soy Padre, ¿dónde está mi honra? Y si yo soy Señor, ¿dónde está mi reverencia, oh sacerdotes que menosprecian mi nombre?, les ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Ustedes dicen: ‘¿En qué hemos menospreciado tu nombre?’. En que ofrecen sobre mi altar pan indigno. Pero dirán: ‘¿Cómo es que lo[a] hemos hecho indigno?’. Pensando que la mesa del SEÑOR es despreciable. Porque cuando ofrecen un animal ciego para ser sacrificado, ¿no es eso malo? Lo mismo cuando ofrecen un animal cojo o enfermo. Preséntalo a tu gobernador. ¿Acaso se agradará de ti? ¿Acaso se te mostrará favorable?”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.

“Ahora pues, imploren el favor de Dios para que tenga compasión de ustedes, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Esto ha procedido de la mano de ustedes. ¿Les aceptará? 10 ¿Quién de ustedes cerrará las puertas para que no enciendan en vano mi altar? Yo no tengo agrado en ustedes ni aceptaré la ofrenda, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 11 Porque desde donde nace el sol hasta donde se pone es grande mi nombre en medio de las naciones, y en todo santuario se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda pura. Porque grande es mi nombre entre las naciones, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. 12 Pero ustedes lo profanan pensando que la mesa del Señor es indigna y que su alimento es despreciable.

13 “Además, han dicho: ‘¡Oh, qué fatigoso!’, y me han provocado, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, al traer lo hurtado, lo cojo o lo enfermo y al presentarlo como ofrenda. ¿Lo aceptaré yo de la mano de ustedes?, ha dicho el SEÑOR. 14 ¡Maldito sea el tramposo que teniendo macho robusto en su rebaño, y habiéndolo prometido, sacrifica al SEÑOR lo dañado! Porque yo soy el Gran Rey y mi nombre es temible entre las naciones”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.

“Ahora pues, oh sacerdotes, para ustedes es esta advertencia: Si no escuchan y no toman a pecho el honrar mi nombre, enviaré la maldición sobre ustedes y maldeciré sus bendiciones, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos. Y las he maldecido ya, porque ustedes nada toman a pecho. He aquí, yo reprenderé a la descendencia de ustedes y arrojaré estiércol sobre sus caras, el estiércol de las víctimas de sus festividades, y con él serán arrojados ustedes mismos. Así sabrán que yo les envié esta advertencia para que prevaleciera mi pacto con Leví”, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos.

“Mi pacto con él fue de vida y de paz. Estas cosas le di, y él me temía y guardaba reverencia ante mi nombre. La ley de verdad estuvo en su boca y en sus labios no se halló iniquidad. En paz y en justicia anduvo conmigo y a muchos apartó del pecado. Porque los labios del sacerdote han de guardar el conocimiento y de su boca ha de buscar la instrucción, pues él es un mensajero del SEÑOR de los Ejércitos.

Romanos 9:1-13 (RVA15)


9 Digo la verdad en Cristo; no miento. Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo de que tengo una gran tristeza y un continuo dolor en el corazón: porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne. Ellos son israelitas de los cuales son la adopción, la gloria, los pactos[a], la promulgación de la ley, el culto y las promesas. De ellos son los patriarcas; y de ellos, según la carne, proviene el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.

No es que haya fallado la palabra de Dios; porque no todos los nacidos de Israel son de Israel, ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos suyos, sino que en Isaac será llamada tu descendencia. Esto quiere decir que no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios; más bien, los hijos de la promesa son contados como descendencia. Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. 10 Y no solo esto, sino que también cuando Rebeca concibió de un hombre, de Isaac nuestro padre, 11 y aunque todavía no habían nacido sus hijos ni habían hecho bien o mal —para que el propósito de Dios dependiese de su elección, 12 no de las obras sino del que llama—, a ella se le dijo: “El mayor servirá al menor”, 13 como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.